SEGUNDAS VÍSPERAS

27 DE SEPTIEMBRE

LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA
MADRE DE LOS HUÉRFANOS

Solemnidad


II VÍSPERAS


V/. -Dios mío, ven en mi auxilio.

R/. -Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya



HIMNO

Estabas de pie junto a la cruz
cuando Jesús te dijo: “Ahí tienes a tus hijos 
cuando Jesús nos dijo: “María es vuestra Madre” 
y, desde entonces, nuestra Señora, 
siempre nos acogiste bajo tu manto de Madre; 
y, desde entonces, nuestra Señora, 
siempre nos acogimos bajo tu manto de Madre. 

Por eso, por eso te queremos cantar: 
“María, madre de los huérfanos, 
ruega por nosotros y por todos 
los huérfanos del mundo”. 

Estabas también en oración, 
reunida con los doce, cuando nació la Iglesia, 
cuando bajó el Espíritu, reunida con los doce. 
Y, desde entonces, nuestra Señora, 
la Iglesia te venera como Madre y Fundadora; 
y, desde entonces, nuestra Señora, 
todos te veneramos como Madre y Fundadora. 

Por eso, por eso te queremos cantar: 
“María, madre de los huérfanos, 
ruega por nosotros y por todos 
los huérfanos del mundo”. 



SALMODIA

Ant. 1 Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre.

Salmo 121

¡Qué alegría cuando me dijeron:
 "Vamos a la casa del Señor"!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.

Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
 las tribus del Señor,

según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David.

Desead la paz a Jerusalén:
"Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios".

Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: "La paz contigo".
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, 
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 1 Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre.




Ant. 2 Alegraos y exultad por ella, para que os saciéis de la fuente 
de su consolación. 

Salmo 126

Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.

Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
que comáis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!

La herencia que da el Señor son los hijos;
su salario, el fruto del vientre:
son saetas en manos de un guerrero
los hijos de la juventud.

Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
No quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, 
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 2 Alegraos y exultad por ella, para que os saciéis de la fuente 
de su consolación. 




Ant. 3  Dichosa eres tú, hija, y digna de toda alabanza, 
pues de ti recibimos el fruto de la vida. 

Cántico Ef 1,3-10 


Bendito sea Dios, 
Padre de nuestro Señor Jesucristo, 
que nos ha bendecido en la persona de Cristo 
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.

El nos eligió en la persona de Cristo, 
antes de crear el mundo, 
para que fuésemos santos 
e irreprochables ante El por el amor. 

El nos ha destinado en la persona de Cristo, 
por pura iniciativa suya, 
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia, 
que tan generosamente nos ha concedido 
en su querido Hijo, 
redunde en alabanza suya. 

Por este Hijo, por su sangre, 
hemos recibido la redención, 
el perdón de los pecados. 
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia 
ha sido un derroche para con nosotros, 
dándonos a conocer el misterio de su voluntad. 

Este es el plan 
que había proyectado realizar por Cristo 
cuando llegase el momento culminante: 
recapitular en Cristo todas las cosas 
del cielo y de la tierra.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, 
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 3 Dichosa eres tú, hija, y digna de toda alabanza, 
pues de ti recibimos el fruto de la vida. 




LECTURA BREVE 
Ap 21, 2-4 

 Vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo, enviada por Dios, arreglada como una novia que se adorna para su esposo. Y escuché una voz potente que decía desde el trono: “Esta es la morada de Dios con los hombres: acampará entre ellos. Ellos serán su pueblo, y Dios estará con ellos y será su Dios. Y enjugará toda lágri- ma de sus ojos, y no habrá ya muerte, ni habrá llanto, ni gritos, ni fatigas, porque el mundo viejo ha pasado”.




RESPONSORIO BREVE 

R/. Bajo tu amparo nos acogemos, * Santa Madre de Dios.

Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios.

V/. Bajo las alas de tu piedad y tu misericordia protégenos.

Santa Madre de Dios.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios.




Magníficat, ant.  Alégrate, gema sin mancha, por quien brilló sobre el mundo el sol de justicia; alégrate, Madre santa de los cristianos; consoladora de los tristes, esperanza y dulce Madre de los huérfanos: ¡Alégrate! 

(se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar:)

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, 
por los siglos de los siglos. Amén.

Magníficat, ant. Alégrate, gema sin mancha, por quien brilló sobre el mundo el sol de justicia; alégrate, Madre santa de los cristianos; consoladora de los tristes, esperanza y dulce Madre de los huérfanos: ¡Alégrate! 




PRECES

Proclamemos las grandezas de Dios, Padre de las misericordias, que quiso que María fuese bendita entre todas las mujeres, y pidámosle suplicantes:

Mira a la llena de gracia y escúchanos.

Dios de todo consuelo, salvación para los pobres y Padre de huérfanos, 
- haz que en tu Iglesia, por intercesión de María, surjan siempre testigos de tu amor.

Tú que tanto amaste al mundo que, por medio de María, nos entregaste a tu Hijo Unigénito, 
- haz que nosotros, fortalecidos por su maternal protección, nos unamos más íntimamente al Salvador.

Tú que fortaleciste a María cuando estaba al pie de la cruz y la llenaste de gozo en la resurrección de su Hijo, 
- levanta y robustece, por su intercesión, la esperanza de los decaídos.

Tú que nos ofreces la ocasión de celebrar solemnemente la fiesta de María, Madre de los huérfanos, 
infunde en nosotros tu Espíritu para que podamos servirte siempre con alegría en nuestros hermanos.

Tú que coronaste a María como reina del cielo, 
- haz que nuestros hermanos difuntos puedan alcanzar, con todos los santos, la felicidad de tu reino.

Se pueden añadir algunas intenciones libres.


Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.




Oración 
Dios de misericordia que has derramado tu ardiente amor hacia los pobres y los huérfanos en el corazón de la Virgen María: concédenos, por su maternal intercesión, crecer siempre en el testimonio de tu amor.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.


Conclusión

Si el que preside no es un ministro ordenado, o en el rezo individual:


(se hace la señal de la cruz mientras se dice:)


V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.

Si el que preside es un ministro ordenado, utiliza la siguiente fórmula final:


V/. El Señor esté con vosotros.
R/. Y con tu espíritu.


V/. La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo † y Espíritu Santo, 
      descienda sobre vosotros.
R/. Amén.


Si se despide a la asamblea se añade:


V/.
 Podéis ir en paz.
R/. Demos gracias a Dios.




JACULATORIAS

V/. Dulcísimo Jesús,
R/. no seas mi Juez sino mi Salvador.


V/. María, Madre de los Huérfanos.
R/. Ruega por nosotros y por todos los huérfanos del mundo.


V/. San Jerónimo Emiliani.
R/. Ruega por nosotros y por todos los huérfanos del mundo.

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